La gran mayoría de las personas, cuando les preguntas cuál es su sueño, responden viajar. Después, concretan cómo, cuándo y dónde. Lo cierto es que no hay nada como viajar para conocer la grandeza de este mundo que habitamos, su esencia, su naturaleza increíble, sus gentes. Esto te hace tener amplitud de miras. Y si uno abre bien los ojos, el corazón, y observa bien donde viaja, va a ser increíble, porque le resultará lo nuevo conocido, constructivo y edificante. La vida me ha proporcionado la gran surte de viajar por los cinco continentes y sus principales países. Solo pretendo (aunque para muchos sea un atrevimiento por mi parte) facilitar “ese sueño” compartiendo mis experiencias.
París fue mi primer viaje europeo. Eran finales de los 60 (luego he estado muchas más veces), pero aquel fue un viaje muy especial por mi juventud y mi ansia de ver lo que solo conocía por el cine. Ciertamente así fue. Montmartre, el barrio bohemio y vanguardista era genuino (Brel, Aznavour, Gilbert Becaud, F. Hardy…), Pigalle con su Moulin Rouge pecaminoso y prohibido, la Tour Eiffel hipnotizante, etc…
En España estábamos en plena dictadura, donde todo estaba prohibido. Para mí fue un choque emocional, pero también cultural de despertar a verdades, que hicieron mi horizonte más nítido y coger con criterio sopesado otra realidad de la vida, en un mundo entonces lejano al de mi Vila -real.
El Paris de ahora, es y será siempre, una de las ciudades más bellas del mundo: Elegante, culta, bonita, vanguardista y cara… pero que en 5 días puedes conocer y disfrutar. Si te apetece visitar París, no hay excusas, no te lo pienses.
Rosa Rochera