Adrián y Javier Adsuara dirigen la empresa que creó su padre en 1976
Comenzó su andadura en 1976 en un antiguo local junto al estadio El Madrigal. Desde aquel momento y de la mano de Antonio Adsuara, Talleres Madrigal no ha parado de crecer hasta ahora. Cuando se cumplen 46 años de la creación de esta empresa familiar, Adrián y Javier Adsuara nos abren las puertas de su taller, de un legado que sus padres, Toni y Nelly, construyeron con mucho esfuerzo y tesón.
“Nuestro padre comenzó muy joven, de hecho, abrió este taller de chapa y pintura junto a un socio, con tan solo 23 años”, recuerdan ambos hermanos. Aquel taller ubicado junto al Madrigal, pronto se quedó pequeño. “Cuatro años después de la apertura, se trasladó a la avenida Alemania y luego a la calle Creus Velles, donde ja nos incorporamos nosotros”, afirman. El último y definitivo emplazamiento es la nave donde se ubica el taller en la actualidad, en el camino Betxí.
“Con el tiempo, además de la chapa y pintura incorporamos un servicio de mecánica rápida”, indican Adrián y Javier , “pero en cualquier caso el valor añadido que siempre hemos querido dar a nuestros clientes ha recaído en el acabado de todos nuestros trabajos”, explican. “Este trabajo se puede hacer de muchas maneras, pero nuestro padre nos enseñó a dar un servicio de calidad que produzca satisfacción en nuestros clientes”, inciden, “por eso siempre intentamos pulir los detalles e, insistimos, diferenciarnos con el acabado”.
Su actual cartera de clientes avala este modo de trabajar y por eso, pese a los baches que ha sufrido nuestra economía, esta empresa vila-realense ha seguido en pie. “Como todo el mundo hemos pasado momentos mejores y peores, la crisis de 2008 fue dura para todos, pero afortunadamente, con esfuerzo, ilusión y la confianza de nuestros clientes, Talleres Madrigal sigue haciendo su recorrido”, añaden.
Muy conocida en Vila -real, la empresa no solo cuenta con una cartera de clientes muy importante en este municipio. “Ahora, con la ayuda de las redes sociales, hemos ido cosechando clientes de toda la comarca”, apuntan los hermanos Adsuara, que en la actualidad reconocen que el volumen de trabajo es elevado. “La piedra de este verano pasado ha generado una demanda bárbara de reparaciones que se suman a las habituales”, señalan.
«Nuestro padre abrió el taller de chapa y pintura con solo 23 años y con el tiempo, incorporamos un servicios de mecánica rápida»
Tanto Adrián como Javier reconocen las muchas horas que en la actualidad deben dedicar a la empresa para dar una respuesta a sus clientes, pero lo hacen bajo la atenta mirada de su progenitor. “A menudo viene a visitarnos y a darnos consejos, y nosotros estamos encantados porque nos visite y sienta orgullo por la empresa”, indican.
Antonio Adsuara, un profesional admirado, un vila-realense querido
Su empatía, su buen humor y su energía siempre le han distinguido. Antonio Adsuara ha tenido una gran capacidad para acoger a cada cliente, para dar una respuesta eficaz a cada problema que ha asomado a su taller, y levantar así una empresa que, pasito a pasito, con esfuerzo y muchas horas, se ha convertido en un referente de la chapa y pintura en la provincia.
“No lo habría conseguido nunca sin la ayuda y el apoyo de mi mujer”, recuerda emocionado. Es por eso que Adsuara no puede evitar que se le forme un nudo en la garganta cuando comprueba entra a las instalaciones del camino Betxí y comprueba el día a día de Talleres Madrigal con sus hijos al frente. “Dicen que trabajar con los hijos es difícil, pero para mí ha sido una experiencia muy positiva y me enorgullece ver que, aunque yo ya no estoy con ellos en el taller, los dos hermanos siguen trabajando muy unidos por un futuro, a partir de lo que su madre y yo conseguimos sembrar”, destaca.
A parte de sus hijos, Antonio también tiene palabras de agradecimiento para el resto de trabajadores. “En realidad todos hemos sido como una familia, porque todos hemos aportado a la empresa y entre todos hemos logrado llegar hasta donde hemos llegado”, concluye.