El lamentable espectáculo que Medié Jiménez ofreció ayer sobre el césped del Estadio de la Cerámica ha pasado ya a los anales de la historia de los arbitrajes, no solo de los más nefastos, sino también de los más surrealistas que se recuerdan en la hemeroteca de las actuaciones más aberrantes que hayan podido suceder en casi cualquier competición deportiva.
El historial de Medié Jiménez y sus decisiones ya vienen de lejos. El Villarreal no es la primera vez que se tropieza con el colegiado y con su particular manera de ejercer justicia, pero también otros equipos han sufrido su ineficacia a la hora de ejercer su labor.
La RFEF debería de tomar cartas en el asunto y no permitir que determinadas cosas sucedan ya que adulteran el discurrir de la competición y suponen un fraude para el aficionado. Otro tema sobre el que hablar es el VAR. Esta tecnología se suponía que había llegado para ayudar al colegiado en su labor, pero si quien tiene que tomar las decisiones de lo que se ve en una pantalla está supeditado por otros asuntos a la hora de decidirse por uno u otro dictamen el beneficio del VAR se acaba convirtiendo más en un concepto vacío que en algo útil.