Belén de Marcos
Enclavado en el corazón de la comarca de la Plana Baja, Suera es un municipio con una rica historia que se remonta a la época árabe. Fue un punto estratégico durante siglos y, en la actualidad, sus ruinas son un testimonio del pasado medieval del municipio. Sus orígenes se encuentran en varios poblados musulmanes que, tras la reconquista cristiana, se unieron para formar el núcleo urbano actual.
A lo largo de los siglos, Suera ha conservado su encanto rural, con calles estrechas y casas de piedra. Sin embargo, hay una leyenda que marca la historia de este pequeño municipio y que sus habitantes siguen rescatando generación tras generación: la leyenda del algarrobo del diablo. Una historia que habla de la lucha entre el bien y el mal y de la importancia de la astucia y la fe.
La historia trata de un labrador cuyas cosechas eran escasas y la desesperación le comenzó a invadir hasta el punto que decidió hacer un pacto con el mismísimo diablo. Se dice que una noche oscura, el labrador se adentró en el monte más cercano y, bajo la luz de la luna llena, invocó al maligno espíritu.
Tras esto, el diablo se apareció ante él envuelto en sombras y con una sonrisa burlona. El labrador, sin dudarlo, le ofreció su alma a cambio de un único deseo: tener un algarrobo que diera frutos todo el año, sin importar la estación. El diablo, sorprendido por la modestia del deseo, aceptó el trato.
Al amanecer, un majestuoso algarrobo se alzaba en la tierra del labrador, cargado de frutos jugosos y dulces. La fortuna del labrador cambió radicalmente. A partir de ese momento sus cosechas eran abundantes, su economía prosperó, pero, con ello, la envidia de sus vecinos creció. Sin embargo, el labrador no encontraba la paz. La sombra del pacto con el diablo lo atormentaba constantemente.
Un día, un ermitaño, conocido por su sabiduría, visitó el pueblo. Al enterarse de la historia del labrador, le advirtió de las consecuencias de haber hecho un trato con el diablo. El labrador, arrepentido, decidió engañar al maligno espíritu. Cuando llegó el día de cobrar la deuda, el diablo se presentó ante el labrador, listo para reclamar su alma. Pero el labrador, con astucia, le dijo: «Mi alma ya no me pertenece. La he vendido a un árbol».
El diablo, incrédulo, le preguntó: «¿A qué árbol?». El labrador, señalando el algarrobo, respondió: «A este. Cada fruto que nace de él es una parte de mi alma». El diablo, engañado por la astucia del labrador, se enfureció. Intentó arrancar el árbol de raíz, pero este se resistía. Cuanto más tiraba, más se aferraban las raíces a la tierra. Al final, exhausto y derrotado, el diablo tuvo que retirarse, maldiciendo al labrador y al algarrobo.
Desde entonces, el algarrobo del diablo sigue dando frutos todo el año, como un recordatorio de la astucia del labrador y de la lucha del bien contra el mal. Se dice que aquellos que comen de sus frutos adquieren sabiduría y protección contra las fuerzas oscuras. La leyenda del labrador y el algarrobo se ha transmitido de generación en generación en Suera. Muchos habitantes del pueblo creen que el algarrobo sigue existiendo en algún lugar de los alrededores, y que sus frutos poseen poderes mágicos.
Fuente: Ayuntamiento de Suera