El ciclo Conferencias Blancas de la UNED de Vila -real aborda el futuro de un sector que se reivindica clave para la economía y el progreso
Núria Vargas
Con un porcentaje del 20% del PIB industrial y una exportación que ronda el 75% de la producción, la industria cerámica de Castellón se enfrenta a importantes retos en el contexto de la Unión Europea. Uno de los principales, implementar una transición energética “equilibrada” que tenga en cuenta la vocación innovadora y la idiosincrasia propia del sector azulejero. Un sector que no sólo ha sido y es tractor económico de la provincia de Castellón sino también, y sobretodo, motor de riqueza, cultura y progreso.
La última sesión del ciclo Conferencias Blancas del centro asociado de la UNED en Vila -real ha tratado de dibujar una radiografía completa de la situación del sector cerámico, su evolución y desafíos. Para ello, ha reunido en un coloquio a las cuatro patas sobre las que se asienta la industria: la empresa, con el directivo de Porcelanosa Grupo Francisco Ramos ; la patronal, con presidente de la CEV en Castellon, Luis Martí; la universidad, con el director de la Cátedra de Innovación Cerámica Ciutat de Vila -real, Juan Carda; y la Administración, a través de la concejala de Economía en el Ayuntamiento de Vila -real, Ana Torres . Todos coincidieron en la necesidad de implementar una transición energética “equilibrada”, que permita compaginar los objetivos climáticos con el mantenimiento de la competitividad de un sector que emplea directamente a más de 15.000 personas e indirectamente a otras 40.000 en una provincia con una afiliación a la Seguridad Social al entorno de los 100.000 trabajadores.
“El caso del clúster de la cerámica de Castellón –con 90 de las 109 empresas del sector concentradas en el triángulo entre Vila -real, Onda y l’Alcora- se estudia incluso en las escuelas de negocio como ejemplo de éxito. No existe ninguna otra provincia ni sector que se pueda comparar”, señaló el presidente de la patronal castellonense. Martí aportó algunos datos que avalan esta afirmación: con una facturación de 4.800 millones de euros, la provincia es el primer productor europeo de cerámica, con un nivel de exportación que supera los 3.500 millones, principalmente a Europa (53%). El presidente de la CEV va más allá incluso: “El informe Draghi para la mejora de la competitividad habla de la necesidad de que Europa mantenga un 20% de su PIB procedente de la industria. Nosotros tenemos un 36%. Estamos a la altura de las principales regiones industriales de Europa, como Lombardia o Baviera. Por tanto, nuestro objetivo debe ser consolidar esta posición industrial, que no sólo es buena para Castellón sino también para la Comunitat y para el conjunto de España”.
Sin embargo, esta relevancia, a juicio de los participantes, no se ha visto reflejada en las políticas y estrategias promovidas por la Unión Europea y las administraciones públicas. En particular, en lo relacionado con la transición energética y a la respuesta a la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania y el alza de precios. “Con la crisis energética, el sector cerámico tuvo que hacer frente a un incremento de costes de 1.900 millones de euros. Frente a eso, apenas recibimos 75 millones de ayudas. Eso significa que hemos tenido que hacer frente a un sobrecoste de 1.800 millones de euros, que no sólo son menos beneficios. Es, sobre todo, dinero que se quita a innovación y a la transición energética”, abunda Martí.
Esta apreciación es particularmente relevante para un sector como el cerámico, para el que la innovación es “vital”. «Hace 50 años, los métodos de producción eran rudimentarios y contaminantes; hoy, el sector es ejemplo de innovación y sostenibilidad. La cerámica se ha caracterizado siempre por ser una industria puntera, por saber convertirse y afrontar los retos tecnológicos”, apunta el director de la Cátedra de Innovación Cerámica. En la misma línea, Francisco Ramos subrayó la importancia de que las políticas europeas tengan en cuenta los esfuerzos previos del sector para la descarbonización y lamentó las excesivas trabas burocráticas que debe superar la industria para avanzar en sus políticas ambientales.
Los participantes concluyeron que, sin una estrategia equilibrada, no solo peligraría el empleo, sino también la calidad de vida y el bienestar. «La transición energética debe aplicarse con plazos realistas para evitar que su implementación ponga en riesgo la viabilidad de nuestras empresas. Es crucial que Europa reconozca la importancia de este sector como un pilar fundamental de la industria y la riqueza compartida», sentenciaron.