Belén de Marcos
Las Tascas de Castellón, para los castellonenses y habitantes de los alrededores, son mucho más que un simple conjunto de bares. Es un lugar donde los fines de semana se reúnen para compartir, celebrar y disfrutar. Este espacio, que nació como un punto de encuentro para los comerciantes del Mercado de Santa Clara , se ha convertido en un referente cultural y social que trasciende generaciones.
Las Tascas, ubicadas en tres calles céntricas (Barracas, Peral y Plaza Santa Clara ) han sido testigos de innumerables historias y han acogido a cientos de personas cada fin de semana desde los años 80. Ernesto fue el primero en 1972 y le siguieron El Mejillón, Amado y la Guindilla. Plantilla titular que en la actualidad se mantiene.
Así lo confirma Pepe, de 52 años, que lleva más de 25 pasando “al menos una tarde del fin de semana en las calles de Tascas”. “Esta ciudad no sería lo mismo sin estas tres calles, de hecho creo que es algo que nos diferencia de Valencia y Alicante, que no tienen nada parecido. Sabes que vienes aquí y estás donde está la gente. Sientes que no podrías estar en ningún lugar con más ambiente en la ciudad”, explica.
Un pasado convulso
Pese a la parte bonita, la historia de las Tascas no ha estado exenta de dificultades. La declaración de Zona Acústicamente Saturada (ZAS) en 2010 en la ciudad supuso un duro golpe para los establecimientos y sus clientes. La incertidumbre sobre el futuro de las tascas se alimentó de quejas por ruido, suciedad, horarios restringidos y medidas que limitaban la actividad de este espacio emblemático.
Sin embargo, los vecinos y los hosteleros siguieron luchando incansablemente para mantener viva la esencia. Ajustaron los horarios, instalaron puntos donde dejar los botellines vacíos, instalaron toldos y, a partir de las 22.30, en esas tres calles “reina la paz”. A pesar de las restricciones y ordenanzas municipales, el espíritu de este lugar ha prevalecido, demostrando que la necesidad de socializar es un instinto innato en los castellonenses.
Un futuro prometedor
Ahora, las Tascas se encuentran en un punto de inflexión. Tras el anuncio de la posibilidad de convertirlas en Zona Gastronómica se han abierto nuevas perspectivas para este enclave, y podría impulsar el turismo en la provincia de Castellón. Sin embargo, la convivencia entre los vecinos y los establecimientos sigue siendo un desafío.
Lucía , vecina de la zona desde hace diez años, entiende que es una decisión “difícil” y que, cuando alquilas o decides mudarte a una de las viviendas superiores a tascas, “sabes a lo que vas”. “Lo ideal es encontrar un punto medio que creo que es en el que estamos ahora. Igual jueves, viernes y sábados me molestan un poco, pero sabes que a las 22.30 ya no hay ruido”, explica la vecina.
La importancia de la convivencia
Lucía , explica que es fundamental que el Ayuntamiento de Castellón, los hosteleros y los vecinos “trabajen juntos para encontrar un equilibrio que permita disfrutar de las Tascas sin perjudicar la calidad de vida de los residentes, porque sería una pena perder uno de los corazones de la ciudad donde se junta gente de todas las generaciones”.
Belén de Marcos