Especial 750é Aniversari de la Fundació de Vila -real
Capítol XVI-(setembre, segona quinzena)-

A les tres de la vesprada del 24 de novembre del 1802, davant el convent de Sant Pasqual, l’Ajuntament de Vila -real va rebre a la família reial i part de la cort de Carlos IV. El rei venia de Barcelona, on s’havien casat el príncep d’Astúries, Fernando , amb la princesa napolitana María Antonia; i l’hereu de Nàpols, Francisco Genaro, amb la infanta espanyola María Isabel . Des de finals de l’estiu se sabia que el Borbó, camí a València faria visita al Sant i fins i tot, corria el rumor que el pont nou s’havia construït per la visita que el rei havia de fer a sant Pasqual.
La tardor d’aquell any, Vila real es va disposar a deixar empremta en la memòria històrica de la visita règia. En els preparatius i arranjaments es van tenir en compte múltiples aspectes, en els quals van participar d’una forma o una altra, segons la seua condició, tots els estaments de la vila. Res es va deixar a l’atzar i Vila -real va brillar davant la complexitat que va suposar preparar, disposar i presentar la vila als ulls del Borbó i la multitud de forasters des plaçats expressament per a l’esdeveniment.
A fi d’afrontar amb garanties d’èxit la visita reial, les autoritats van haver de resoldre, en primer lloc, el tema pecuniari. En produir-se el canvi de segle, Vila -real es trobava sumida en una greu crisi. Calia amagar als ulls del rei tot indici de crisi i mostrar un prometedor marc de recuperació. Ara bé, les obres i els festejos que havien de realitzar-se a la vila anaven a costar moltes lliures. Era necessari reunir fons per a fer front a les abundants despeses que s’aveïnaven i dur ho a terme no va ser empresa fàcil. Per això, es va idear portar a la pràctica algunes rifes, es va sol·licitar la pertinent contribució dels gremis i la cooperació econòmica de tothom. Una vegada obtinguts alguns cabals, l’Ajuntament va poder per fi iniciar les obres, consistents bàsicament en l’arranjament dels empedrats, la renovació de les cases, la neteja i pintura de les façanes i preparar una “benvinguda reial”.
En novembre del 1802, fra Josep Escuder va deixar testimoni escrit a l’Epítome Historico de Vilareal com va ser la visita del rei Carles IV: “El año pues de 1802 divulgose la novedad de los Reyes por vía de recreación salían de la Corte para Zaragoza, Barcelona y Valencia. Y como nuestra villa se halla en la Carretera Real no se descuidó en prevenirse con todas aquellas contraseñales que pudiesen manifestar el júbilo y alegría por la venida de sus Monarcas. A este fin y en tiempo oportuno empezaron las maniobras, mandando en público bando que toda la carretera estuviese limpia y tuviesen todas las casas de ella, desde el barrio que llaman de los gitanos hasta la Cruz de Aliaga bien curiosas, obligando a los dueños tuviesen sus respectivas fronteras o bien lucidas o solo blanquedas, según la posibilidad de cada uno.
Els arcs de triomf dels gremis
Los gremios, aunque pobres, manifestaron todos su garbosidad., pues los Texedores erigieron su Arco magníficamente labrado en la esquina del Quartel, que abre boca a la plaza del Santo. En el Portal de Castellón, a su parte exterior, los Labradores de media villa y Arraval erigieron otro, en cuyo cóncavo estaban los retratos de Sus Magestades, con varias antorchas encendidas. En la Plaza de la Villa, el muy Ilustre Ayuntamiento y los Comerciantes levantaron otro, desde la esquina del mesón a la parte opuesta. Y en [334] el balcón de la Casa del Consejo se plantó su dosel magnifico con los Retratos de Sus Magestades, a quien acompañavan sus bladones encendidos y sus soldados de guardia con fusiles y bayonetas. En el Portal de Valencia, a la parte interior de la villa, los Labradores de esta media villa y los de este Arraval formaron otro muy vistoso. Y, finalmente, enfrente del Convento del Carmen , pocos pasos antes de llegar al puente de la Azequia, los Alpargateros, Herreros, Sastres y otros erigieron otro, que ocupava todo lo ancho del Arraval. Estos Arcos, que en su interior tenían su costillamen de madera, estaban en lo exterior revestidos y encrostados de cañas verdes, murta y otros herbajes que, sin embargo de ser lo más erizado del Otoño, manifestaban todos con su verdor una placida Primavera. Se veían en ellos varios escritos, como décimas, octavas y quartetas, alusivas todas a la felicidad de Sus Magestades.
El Cambril del Sant
Con estas prevenciones y la voz corriente que toda la comitiva quería visitar el Cuerpo glorioso de San Pasqual fue también preciso que la Comunidad dispusiese el Camarín, en modo que con la mayor comodidad pudiesen sus Magestades registrar y observar despacio el bendito Cuerpo. Para esto se formó un gradeado desde el piso del Camarín hasta el lleno de la mesa del Altar con su barandillas o pasamanos a lo lados, cubierto todo de domas. Y como la primera adoración y visita debe ser siempre a Christo Sacramentado, en el plano del Presbite rio de la Iglesia se tendió una alfombra muy decente y sobre ella otra de domas carmesí, toda engalonada con buenas franjas de oro, todo del servicio de Sus Magestades.
Enfrente del Altar mayor, sobre dichas alfombras, se acomodó un genuflexiorio para Rey y Reina. A su lado siniestro del genuflexorio, sobre la primera que era mayor, se pusieron tantos coxines de la misma ropa de domas quantos eran los de la Real familia, para que desde allí adorasen al Santísimo Sacramento. Y para que sus Magestades tuviesen el paso lleno sin que tuviesen la incomodidad de subir los escalones del puente de la acequia, se quitaron estos, quedando a un mismo nivel el piso de la plazuela del puente y el de la calle, donde devian baxar de la carroza.
Benvinguda i visita al Sant
El día 23 de Noviembre del mismo 1802 pernocto Su Magestad en Castellón, siendo su posada el Palacio del Señor Obispo, deviendo pasar por Villarreal el 24, después de aver comido. La proposición de poder ver a Sus Magestades de espacio, desmontando y fuera de embarazos que conturban la vista, lo que se consige pocas vezes, por ir siempre de corrida, llamo tanto a las gentes que en calles, puertas, ventanas y texados apenas se podían acomodar, estando igualmente poblada toda la calle Mayor hasta lo último de la villa por el gentío que se desprendió de Onda, Alcora y Borriana. Apenas baxo de la carroza (eran las tres en punto) ya lo esperaba el [336] Ayuntamiento a su estribo para recibirlo baxo palio […].
En esta forma acompañaron al Rey y Doña Luisa su esposa, hasta la puerta de la Iglesia, en donde el Ilustrísimo y Reverendísimo D. Fr. Antonio Joseph Salinas, del Orden de San Francisco , Obispo de Tortosa, y la Comunidad puesta a sus lados le presentaron en una rica fuente de plata el agua bendita. Y aviendola tomado, continuaron hasta el genuflexorio, encrucixados los brazos […] Y arrodillados sobre sus coxines, el Señor Obispo tomo de sobre el Altar, en donde estaba expuesto un Relicario con un Lignum Crucis y lo dio a adorar y besar primero a sus Magestades y después a la familia Real, adorándolo y besándolo todos con suma veneración. Después de breve oración, prosiguieron con el mismo orden hasta la puerta del Camarín. Y quedándose allí el palio, por no poder entrar, siguieron hasta delante del Altar, en donde arrodillados sobre otro juego de coxines hicieron oración. Y levantándose subieron primero Sus Magestades (permaneciendo inmóviles los demás) y registraron despacio el Sagrado Cuerpo del Santo con una] veneración y ternura que causava edificación. Baxadas las Magestades y arrodillados como antes, movió el Príncipe de Asturias y su esposa, después la demás familia.
De modo que no hubo confusión alguna, pues la política y subordinación de unos a otros se observava con un ceremonial tan riguroso que ninguno se movia de su coxín, en donde estaba arrodillado, menos que los otros hubiesen baxado y estuviesen en lo plano del Camarín. Al Rey de Etruria y demás familia, que llego después de Nuestros Monarcas, el Ilustre Ayuntamiento le obsequio con la misma solemnidad, que dexo dicha. Acompañado del Señor Obispo, de la Comunidad y concierto de gente, que luego apearon de sus carrozas, todos levantaron a voz en grito sus aplausos, diciendo: Viva, viva el Rey, viva la Reina. Que junto esto con el juego de campanas que a la sazón no enmudecían, no dexaria de causar a sus Magestades el más tierno sentimiento.
Entretanto el Padre Guardian, Fr. Pasqual Ebri, exdefinidor y Guardián actual, paradas alguna demostración de agradecimiento a toda la comitiva, ya de antemano quando baxaron los cristales, toco con el Sagrado Cuerpo multitud de estampas de todos los tamaños y cintas de diferentes clases para repartir a todos aquellos señores. Y con ser mucho lo tocado todavía no hubo bastante, pues era tanta la multitud de ministros, camaristas de Rey y Reina, que como si cada uno se llevase en cada estampa todo el cuerpo del Santo. Era tanto el anhelo, fervor, devoción, que pedían, que muchos quedaron descontentos por averles cabido la suerte de una dadiva tan ordinaria como apreciada. Digo apresiada porque quantos entraron en el convento (entraron todos, menos el Excelentísimo Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, que no dexo el asiento del coche) salían con estampas en las manos hasta subir para continuar su viage, creyendo y estando persuadidos que tenían en ellas el mayor patrocinio del Santo.
Els entaulats dels pastorets i les pastoretes
Inmediatos a los Arcos del Portal de Castellón y Plaza de la Villa se levantaban como a cinco o seis palmos unos tablados para que pudiesen bailar sus minuetes y contradanzas unas doncellitas y unos zagales, todos de ocho a diez años, quando pasasen Sus Magestades y Altezas.
Las Gitanillas y Zagales que en vista de tanto concurso esperaban hacer ostentación de sus habilidades prevenidas en sus tablados con sus panderos y castañetas para cumplimentar a Su Magestad, acompañadas del célebre danzante Christoval Lopez, su director, apenas desde sus tablados divisaron la real carroza que se acercava hizo el director su señal y empezaron sus contradanzas y minuetes con una agilidad tan acompasada, con un concierto de pies y manos tan bien ordenado que merecieron el que los mismos Reyes, con un sonrisa alegre y con besamanos les diesen las gracias, como que agradecían las expresiones de júbilo con que aquel inocente gremio aplaudía la venida de Sus Magestades.
Lo mismo practicaron quando pasava la demás Familia, continuando los bailes hasta mucho después, quando paso la Magestad de Carlos Luis , Rey de Etruria. Y para que el mucho gentío que los mirava no quedase privado de esta diversión y volviesen del todo satisfechos a sus lugares, repitieron sus danzas para aquel público, que comovido ya para su regreso, los despidieron llenos de admiración y contento. […] A los venideros, que leyeren este escrito, los estímulos de la envidia y a nosotros que presenciamos dicha función, una buena parte de nuestra felicidad”.
Vicent Gil