¿Disfrazarse de alguno de los personajes de la serie para este Halloween?, cada vez más difícil
La violencia que presenta la serie no es apta para un publico infantil
Vicent Ortells Gil
El éxito de ‘El juego del calamar’, la famosa serie de Netflix, ha supuesto una revolución para la propia empresa dedicada al streaming. En principìo, pocos podían suponer anticipadamente que una serie de procedencia surcoreana terminara siendo el producto con mayor número de visualizaciones en la historia de la plataforma. Más de 142 millones (visionados contabilizados a partir de los dos minutos de reproducción) son las reproducciones que lleva acumuladas hasta la fecha ‘El Juego del Calamar’, lo que la eleva a la primera posición del ranking de visionados desde que Netflix llegó a nuestras vidas.
La serie cuenta la historia de 456 personas que, ante su falta de recursos económicos, se unen a un concurso en el que, a través de tradicionales juegos infantiles, deberán de superar pruebas de supervivencia hasta conseguir obtener el premio final de 45 mil millones de wones.
Con la noche de Halloween a la vuelta de la esquina, y el éxito de la serie, no era muy difícil de imaginar que los disfraces relacionados con la trama iban a ser la ineludible tendencia este año. De hecho en muchas tiendas físicas las vestimentas que imitan la apariencia de los personajes de la serie se encuentran agotadas desde hace días. Aún es posible, sin embargo, encontrar estos disfraces en algunos lugares, pero cada vez son menos las posibilidades.
Pero no son solo las ventas de disfraces las que han hecho el negocio con su imparable demanda. Diversas firmas y cadenas de ropa han aumentado también sus números con las ventas de conjuntos de chándal o sudaderas de color verde.
Pero, por otra parte, este no es un éxito exento de polémica. La explícita violencia que muestra la serie, prácticamente desde el primer momento, ha provocado que muchos educadores, y padres, estén en estado de alerta ante lo que puede significar el haber visto estas imágenes sin el control de un adulto. De hecho, muchos padres han sido conscientes de que sus hijos menores la habían visto después de que esto ya hubiera sucedido. El que una serie evoque diferentes juegos infantiles como parte principal de la trama ha tenido mucho peso a la hora de que determinado público menor de edad se acercara a verla, junto con el morbo de algunos comentarios que ya comenzaban a hablar de su extrema violencia y la viralidad con la que en muy pocos días se fraguó el fenómeno.
Pero el fenómeno ya está aquí, y ha explotado con todas sus consecuencias. La serie es recomendada solo para mayores de 16 años y es labor de los padres tanto entablar comunicación con sus hijos ante lo que habrán visto, como aconsejar a los que todavía no lo han hecho.
Algunos colegios de España ya han prohibido en sus patios la simulación de los juegos que recrea la serie y algunos de los centros que festejan los días previos a Halloween con fiestas de disfraces van a impedir expresamente a sus alumnos acudir a los centros educativos con las vestimentas relativas a la serie.
En cualquier caso, la serie aúna ciertas condiciones que facilitan su propagación viral. La unión de lo exótico, ante una cultura que difiere de la nuestra, la violencia mostrada en estado bastante crudo, la publicidad gratuita que fomentan las redes sociales y los ‘influencers y, además, algo que resulta inalterable a lo largo de los años: el «estar a la moda», intentar «estar a lo último». Todo ello ha confluido en un éxito inesperado para algunos, pero que ya estaba programado para serlo. Porque, en realidad, ¿no es ya nuestra propia vida un ‘Juego del Calamar’ constante?
Y tú, ¿qué disfraz elegirías? ¿El mono rojo o el chándal verde?
Fotos: Netflix